Un corazón que agrada a Dios

Libro de Salmos 51, versículo 17: “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”

David tenía una pesada carga en su corazón a causa del pecado cometido. Se encuentra lamentado y confiando a las vez en la misericordia de Dios.

Lo que no es un corazón contrito.
No es meramente un corazón quebrantado, los corazones quedan quebrantados por las frustraciones, por el dolor, las perdidas, remordimientos, decepciones, etc.
No es dolor mundano de un corazón meramente partido.

Lo que sí es contrición.
Un corazón contrito es el que está convencido de pecado, la convicción es un profundo sentimiento del mal, del pecado, y el hecho de que es en contra de Dios. (Porque Jesucristo dijo aprendan de mí que soy manso y humilde)
Un corazón verdaderamente contrito, está verdaderamente consiente del santo desagrado de Dios contra el pecado, un pecador tiene necesidad de aprender a aborrecer el pecado tal como Dios lo aborrece.
Un corazón contrito humilla delante de Dios toda soberbia y vanos pensamientos son excluidos y el alma se inclina en humildad, un corazón contrito hace una sincera confesión de su culpa.

La confesión del pecado es parte del verdadero arrepentimiento.

La sinceridad de la confesión de uno mismo, determinará el grado de su contrición.

Un corazón contrito deseará y buscará la divina curación.

Hay una diferencia entre el remordimiento y la contrición, la contrición nos llevará a esperanza, el remordimiento es oscuro y desesperanzador.

Hay paz y está reservada en la misericordia de Dios para los que demuestran contrición.

Debemos humillarnos delante de Dios reconociendo a Jesucristo como nuestro señor y salvador, y debemos obedecerle.

Es tiempo de consagrarse y buscar más de Dios en Santidad.